Mundial de 1934 – ITALIA

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La década del 20 fue dominada por Uruguay, que ganó dos medallas olímpicas en 1924 y 1928 y el título en el primer Mundial de Fútbol en 1930. En la década del 30 comenzó la supremacía italiana con la conquista de los mundiales de 1934 y 38 y una medalla de oro olímpica en 1936. En el Congreso de FIFA de mayo de 1932, en Estocolmo, la Federación Italiana Gioco Calcio, que había sido fundada en 1896, presentó su candidatura para realizar el Mundial de 1934 sin oposición alguna. En Europa, y en especial en Italia, se vivía una situación política muy agitada, pero el fútbol trataba de superar el momento.


En Sudamérica, Argentina y Brasil no quisieron jugar las Eliminatorias con Perú y Chile, y estos partidos nunca se realizaron. Finalmente, FIFA declaró que Chile y Perú habían abandonado la competencia y otorgó la participación a los dos grandes, que desde ese momento comenzaron a tener una fuerte influencia en el organismo internacional. Argentina finalizó enviando un equipo amateur, ya que la liga profesional no quiso ceder a los jugadores.


Brasil fue al Mundial de 1934 también con un equipo de pocas figuras que rodeaban a un gran jugador llamado Leónidas da Silva. En el debut perdió 3 a 1 con España y quedó eliminado. Sin embargo, lo más importante fue que el árbitro sancionó dos penales; uno contra Brasil, que fue gol, y otro contra España que marró Waldemar de Brito ante el “Divino” Zamora. Este jugador brasileño no pasó a la historia por haber fallado ese penal, sino por haber descubierto a Pelé cuando jugaba en el equipo juvenil de Baurú.


La Juventus de Turín, un grande que había ganado cinco campeonatos consecutivos del ’30 al ’35,  fue la base de la selección italiana, ya que tenía 6 titulares: Combi, Rosetta, Bertolini, Caligaris, Ferrari y el argentino nacionalizado Orsi. La nómina fue completada con otros grandes futbolistas, como el argentino nacionalizado Monti, Meazza -ídolo del Inter-, Ferraris de la Roma y Schiavio de Bologna. La escuadra la dirigía un experimentado técnico: Vittorio Pozzo.


Austria fue el equipo revelación del torneo. Los austríacos contaban con un gran equipo encabezado por Matthias Sindelar, apodado “el Mozart del fútbol”. En semifinales enfrentaron a Italia y la dura marca de Monti ante Sindelar dejó fuera de combate a la estrella austríaca ante la pasividad del árbitro sueco Ivan Eklind, facilitando la tarea de Italia. El ídolo Giuseppe Meazza marcó el único gol del partido para llevar a su equipo a la final.


El domingo 10 de junio de 1934, ante 55 mil personas en el Estadio Nacional en Roma, se jugó la final donde Italia enfrentó a Checoslovaquia, que contaba con su goleador Nejedly como gran figura. El encuentro concentró la atención de 277 periodistas de 29 países. A los 31 minutos, abrió el marcador Checoslovaquia por intermedio de Puc, pero a los 36 minutos del segundo tiempo, en una jugada dudosa que provocó el reclamo del equipo checo, empató Orsi y el encuentro se fue a la prórroga. A los 5 minutos, un pase de Guaita lo alcanzó Schiavio, quien marcó el segundo gol que le daría el primer título a los anfitriones. En medio del delirio de la gran multitud, Jules Rimet le entregó la Copa al capitán, el arquero Giampiero Combi.

Mundial de 1938 – FRANCIA

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El 13 de agosto de 1936, durante los Juegos Olímpicos de Berlín, FIFA, quien ya contaba con 51 afiliados, se reunió en el predio del Opera Kroll para decidir la nueva sede de la Copa. El delegado de la Federación Francesa mencionó que en homenaje a Henri Delaunay y Jules Rimet, la copa debería realizarse en Francia.

Sin embargo, hubo países que no acudieron a la cita mundial como Argentina (que quería ser sede y no tuvo los votos), Inglaterra y Uruguay (que seguía manteniendo su posición de no acudir a Europa por el boicot que le habían hecho al Mundial del 30). Finalmente, Brasil y Cuba fueron los únicos países que concurrieron por América. Esta Copa tuvo un entorno muy especial por el conflicto que atravesaba Europa y que desembocaría, un año más tarde, en el comienzo de la Segunda Guerra Mundial.


El país anfitrión Francia y el campeón defensor Italia por primera vez en la historia de los Mundiales clasificaron en forma automática. También, por primera vez, los jugadores presentaron en su indumentaria oficial números en la espalda.


El partido que jugaron Brasil y Polonia pasó a la historia por ser el más electrizante del torneo. En medio de un gran lodazal, luego de un verdadero diluvio en el Estadio de Estrasburgo, Brasil, con 4 conquistas de Leónidas, llamado “el diamante negro”, se impuso a los polacos por 6 a 5. Sin embargo, lo más importante fue que en uno de los goles a Leónidas le quedó atascado su zapato en el barro en el preciso momento en que le llegaba un pase de un compañero. Recordando los días en que jugaba descalzo en la playa, el delantero la dominó, dribleó a un rival y la colocó lejos del portero rival. Esta victoria ante Polonia fue el primer juego de la Copa del Mundo trasmitido por radio para Brasil.


Uno de los campeones del mundo fue Miguel Andreolo que había nacido en Uruguay en la ciudad de Dolores, departamento de Soriano. Fue campeón en su país en el Club Nacional de Fútbol en 1932 y 1934. En 1935 fue adquirido por Bologna y luego fichó por Lazio, Napoli y Catania. Conquistó 4 títulos italianos de la Serie A con Bologna entre 1936 y 1941. En 1935 fue campeón de la Copa América con Uruguay en Santa Beatriz, Perú, como integrante del plantel. Con Italia registró 26 presencias y ganó el Mundial de 1938, donde jugó 4 partidos.


Leónidas, la estrella que no había jugado ante Italia porque lo habían reservado para la final, reapareció contra Suecia, a la que venció por 4 a 2, cuando los brasileños disputaron el tercer puesto y sus dos goles lo consagraron como la gran figura del evento y goleador del mismo con 7 conquistas. Años antes, en 1933, había tenido un pasaje por el fútbol uruguayo, jugando en Peñarol.


El presidente de la República de Francia, Albert Lebrun, entregó en persona a los jugadores de la Selección de Italia el trofeo por haberse coronado en la tercera Copa del Mundo, en el estadio Colombes de París ante 50 mil espectadores. La actitud del mandatario ocurrió tras la final que los italianos le ganaran por 4-2 a su par de Hungría, con dos goles de Piola y dos de Colaussi, logrando el bicampeonato. El capitán de los “azurri”, Giuseppe Meazza, subió al Palco de Honor y recibió el galardón de manos del político. El propio jugador llevó el trofeo hasta el campo de juego para compartirlo con su entrenador Vittorio Pozzo y con sus compañeros. Cada jugador recibió 8 mil liras por la conquista del título, el equivalente al automóvil más popular de Italia, el FIAT topolino.

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