Por el Prof. Jorge Ottati

El clásico Real Madrid-Barcelona se había jugado en siete ediciones de la Supercopa Española, con clara supremacía de los merengues con seis triunfos y una sola derrota. Esta era la octava vez que se enfrentaban y la primera ocasión en la cual los dos clubes se veían las caras en el King Fadh International Stadium de Riad, en Arabia Saudita. 

Los eternos rivales llegaban con claras diferencias desde el punto de vista futbolístico, marcadas por una diferencia de 17 puntos entre el líder en La Liga, Real Madrid, y el equipo blaugrana.

El partido, correspondiente a una de las semifinales del torneo, tuvo intensidad desde el primer minuto,, muchas situaciones de gol y rebeldía de quienes desde un comienzo parecían destinados a perder, pero en los hechos observamos un encuentro parejo y abierto, pleno de goles y emociones.

Al final, ganó Real Madrid, con un Benzema en toda su plenitud, un definidor exquisito con un gran olfato de gol que no duda en colaborar siempre con sus compañeros bajando unos metros para convertirse en salida; un Modric todoterreno que llenó de fútbol la mitad de la cancha y que recibió una gran ovación de las 30 mil personas presentes en el escenario cuando Carlo Ancelotti lo retiró del terreno de juego; con un Vinícius recuperado y con mucha confianza, lo que le permite hacer goles, que era su gran déficit en las temporadas anteriores, y también con un Courtois que es toda una garantía cuando los rivales llegan hasta la última zona blanca.

A su frente, Xavi colocó todo lo que tenía para dificultar la tarea del líder, con un recuperado Ansu Fati quien ingresó para el gol del empate; las ganas y los desaciertos de Dembélé, la experiencia de Busquets en la mitad de la cancha junto a la frescura de Pedri, Gavi y Nico, que no dudamos le serán piezas útiles al técnico en un equipo que, por ahora, está en plena construcción.

Y por ello, por momentos, ante la urgencia de ganar, Barcelona ha dejado de lado el toque y la posesión que siempre lo caracterizó para buscar por derecha y por izquierda, con centros para las cabezas de De Jong o de De Pay, que por ahora parecen cubrir las necesidades al no tener un 9 de referencia dentro del área. Este es un equipo catalán que sabe sus limitaciones y el momento por el cual está atravesando, pero que puso todo su empeño para igualar a su rival en el mediocampo, para estirar el desenlace con 30 minutos más.

Con el justo 2 a 2 de los primeros 90 minutos, Real Madrid y Barcelona se fueron a la prórroga, en donde parecía que al equipo madridista se le notaba el cansancio ante una escuadra más joven, pero allí fue cuando apareció la mano del técnico italiano, quien desde que regresó a Madrid, luego de su ciclo anterior, ha cambiado al equipo y le ha devuelto una de las armas que parecía haber desaparecido en Real Madrid: la verticalidad.

Fueron justamente los contragolpes los que causaron que en todo momento se pusieran al descubierto algunas falencias de Barcelona, y precisamente con ese estilo de transición se vieron las mejores jugadas del partido y, especialmente, el gol de la victoria en tierras asiáticas: una rápida salida de Casemiro, habilitación a Rodrygo y centro atrás que definió el pleito por parte de Valverde para el justo 3 a 2 con pase a la final ante Athletic de Bilbao, que en su compromiso le ganó de atrás, por 2 a 1 al Atlético de Madrid.

Cuatro días más tarde, Real Madrid volvería a quedarse con el triunfo para conquistar la Supercopa número 12 de su historia, luego de derrotar a Athletic por 2 a 0, con goles de Modric y Benzema.

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