Por el Prof. Jorge Ottati

real-penarolAlfredo Di Stéfano fue el precursor del fútbol total, mucho tiempo antes de que apareciera la famosa ‘Naranja Mecánica’ de Holanda en el Mundial de Alemania 1974.

Fue un jugador de toda la cancha, un fenómeno entre los fenómenos que con su sola presencia modificó al Real Madrid de España y transformó todos los sistemas de juego. Fue un profesional ciento por ciento, sin ninguna vanidad y muy exigente consigo mismo y con sus compañeros de equipo. Era un centrodelantero -como se decía antiguamente- con tremenda velocidad y un potente disparo. Fue un polifuncional del fútbol y un extraordinario jugador. Uno de los mejores jugadores del mundo y un verdadero técnico dentro de la cancha desde el año 52, cuando fichó por el Madrid.

En 1960 nació una nueva competencia internacional, la Copa Intercontinental, que enfrentaba al ganador de la Copa Libertadores de América con el ganador de la Copa de Campeones de Europa. De hecho, uno de los que más impulsó el proyecto fue Santiago Bernabéu, Presidente del Real Madrid en aquel enconces, cuyo equipo había ganado para España las cinco primeras ediciones del nuevo torneo europeo. Bernabéu fue el primero que propuso organizar un partido en cada país que decidiera cuál era el mejor club del mundo. A partir de entonces, se acabarían las discusiones y dicho duelo demostraría, de una vez por todas, quién era el verdadero campeón mundial.

Peñarol de Uruguay, con un gran plantel, se coronó campeón de la primera Copa Libertadores al ganarle de local, en el Estadio Centenario, a Olimpia de Paraguay por 1 a 0, con gol de Alberto Spencer y empatar 1 a 1 en el Estadio Puerto Sajonia de Asunción -hoy llamado Defensores del Chaco- con conquista de cabeza de Luis Cubilla.

Los merengues venían de obtener el quinquenio más glorioso de la historia del fútbol, tras derrotar al Eintracht de Francfort por 7 goles contra 3 en la final de la quinta Copa de Europa, disputada en el Hampden Park de Glasgow, ante 128 mil espectadores, con tripleta de Di Stéfano incluida.

Real Madrid, con todas sus estrellas, llegaba por segunda vez a la ciudad de Montevideo, donde ya había estado el 24 de julio de 1927, en ocasión de una gira, jugando un amistoso con Peñarol y empatando 0 a 0. Recuerdo ver en los días previos al cotejo a muchísimos aficionados de Peñarol y de otros equipos uruguayos, agruparse en torno a las ventanillas del Estadio Centenario para comprar sus entradas y no quedarse fuera de la gran fiesta del deporte que llegaba a Uruguay.

intercontLa primera final se jugó en Montevideo, el 3 de julio de 1960. Fue una fría y lluviosa tarde de invierno en la que reinaba una gran expectativa para ver al famoso Real Madrid, un equipo repleto de gloria y con excelente jugadores. El espectáculo prometía ser sensacional y es por ello que en el Estadio Centenario se batió el récord de entradas vendidas con 71.872 boletos, cifra aún no superada después de tantas décadas.

Se jugó bajo lluvia y en un terreno muy enlodado y por ello recuerdo que hasta el propio árbitro, el internacional argentino José Luis Praddaude quiso suspender el encuentro, pero la insistencia de los visitantes, que ya tenían marcado el viaje de regreso, y de la multitud que estaba presente le hizo desistir rápidamente de su pensamiento inicial. Este hecho evidentemente conspiró contra una mejor exhibición de fútbol de ambos equipos, que tenían enormes problemas para trasladar la pelota. Sin embargo, pudo apreciarse parte de la enorme capacidad de Del Sol, Di Stéfano y Bueno, mientras que por el lado de los aurinegros, se destacó la gran labor del zaguero William Martínez, que anuló el accionar del famoso futbolista húngaro Ferenc Puskas.

Cuando finalizó el partido me trasladé a la Tribuna América, donde estaban los vestuarios de los visitantes y, refugiado bajo un enorme paraguas, pude ver uno a uno a los grandes futbolistas españoles cuando salían del Estadio, camino al ómnibus que los trasladaría al hotel donde estaban hospedados. Fácil fue distinguir la figura de la saeta rubia regalando sonrisas y saludos por doquier, sin importarle la lluvia, mientras varios aficionados coreaban su nombre. Allí estaba yo y, aunque niño, sabía reconocer el buen fútbol y pese a no identificarme con ellos futbolísticamente, sentía simpatía y admiración hacia personas tan talentosas. Me acerqué hasta donde pude, levanté mis ojos y vi a Di Stéfano, quien con una gran sonrisa, me palmeó la cabeza entre los aplausos y las muestras de afecto que le brindaban todos los presentes.

La vuelta se jugó en Chamartín el 4 de setiembre, hoy llamado Estadio Santiago Bernabéu y Real Madrid, haciendo gala de su gran fútbol, venció por 5 a 1 para adjudicarse la primera Copa Intercontinental de la historia, con goles de Puskas en dos ocasiones, Di Stéfano, Herrera y Gento, descontando Alberto Spencer para Peñarol.

A lo largo de la historia, Real Madrid conseguiría otras dos Copas Intercontinentales. En 1998, ante el Vasco da Gama de Brasil en Tokio y en el 2002 ante Olimpia de Paraguay, en Yokohama. Por su parte Peñarol también obtendría tres Copas Intercontinentales. La primera en 1961 al triufar ante Benfica de Portugal, luego en 1966 al vencer a Real Madrid y la tercera en 1982 ante el Aston Villa inglés en Tokio.

Real Madrid y Peñarol se enfrentarán el próximo 24 de agosto en la trigésima segunda edición del Trofeo Santiago Bernabéu como homenaje a la primera edición de la Copa Intercontinental de 1960, y ambos con el título otorgado por la IFFHS de ser los mejores equipos del siglo pasado.

Equipos de la primera final del 3 de julio de 1960 en el Estadio Centenario que empataran 0 a 0:

Peñarol – L.Maidana, W.Martínez y Salvador, S.Pino, N.Goncalvez y Walter Aguerre, L.Cubilla, C.Linazza, J.E. Hohberg, A.Spencer y C.Borges.

Real Madrid – R.Domínguez, Marquitos, J.Santamaría, Pachín, J.Vidal, Zárraga, Canario, Del Sol, A.Di Stéfano, F.Puskas y Bueno.

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