La poca exigencia en los entrenamientos y la gran frecuencia de partidos atentan contra la calidad del espectáculo, donde los errores de los futbolistas ya no sorprenden a nadie.
¿Cómo es posible que veamos tantos autogoles durante los fines de semana en las diferentes ligas de todo el mundo? ¿Qué está ocurriendo con los defensas que rematan hacia su propio arco y en lugar de evitar los goles comprometen a sus equipos con jugadas tan arriesgadas como innecesarias?
La respuesta se puede encontrar en los entrenamientos. Cuando uno concurre a presenciar las prácticas se puede observar a los futbolistas realizando trotes livianos alrededor del campo de juego, seguidos por fútbol en espacios reducidos con arcos pequeños, todo matizado con los infaltables partidos de foot-volley, que se han convertido en el pasatiempo favorito de los jugadores actuales. Los porteros, por su parte, realizan sus tradicionales trabajos diferenciados con el entrenador de arqueros; luego el técnico junta a sus dirigidos en el círculo central para analizar lo ocurrido en la fecha anterior… y es raro que la práctica culmine con algunos minutos de once contra once, por lo que los futbolistas tendrán el resto de la jornada enteramente a su disposición, puesto que solamente en pretemporada se entrena en doble horario.
¿Es esta la preparación adecuada para un equipo profesional? ¿Cuál es el provecho concreto que se puede obtener del fútbol en espacios reducidos cuando llegue el momento de rematar a un arco con dimensiones verdaderas?
En el fútbol, a diferencia de otros deportes, se es muy reacio a entrenar los fundamentos, a ensayar situaciones reales de juego y a mirar videos del equipo rival.
¿Cuántas veces hemos visto a los delanteros escapar solos en contragolpe y tener enormes dificultades al momento de la definición contra el portero rival? ¿Cómo es posible que no se practiquen los tiros de esquina con repeticiones hasta lograr la colocación del balón en el lugar que el técnico desea?
Se acepta muy fácilmente que un arquero no sabe salir de manera adecuada a cortar centros. Se dice que ese es uno de sus puntos débiles y no se trata de hacer algo para mejorar ese aspecto, cuando la solución existe y es muy simple de llevarla a cabo, aunque requiere paciencia y repetición. Esa es la clave. Si un equipo debe estar durante media hora ejercitando los tiros de esquina, para ayudar a su arquero y para adiestrar a sus zagueros centrales a saber restar de cabeza… ¡¡¡lo debe hacer!!!
¿Por qué un basquetbolista realiza todos los días pique del balón con ambas manos, lanzamiento de derecha, lanzamiento de izquierda, tiro libre, lanzamiento de tres puntos, práctica del rebote, reversible y pases mientras que el futbolista se molesta mucho cuando un entrenador le exige realizar práctica de fundamentos?
La repetición de las acciones lleva a una mecanización de los movimientos que produce el máximo aprovechamiento de las habilidades de los deportistas.
Hoy, casi todos los futbolistas son atletas, capaces de correr sobre el campo con mucha más facilidad y rapidez que antes, pero muchos de ellos carecen de los fundamentos necesarios que otrora abundaban, y no hacen el esfuerzo necesario por intentar corregir ese aspecto.
Lo peor del caso es la tranquilidad con la cual se aceptan los errores, en algunos casos “horrores”, y se disculpa rápidamente a los futbolistas.
“Quiso despejar, pero tuvo tanta mala suerte que su disparo ingresó en el ángulo de su propia meta”, “Tuvo la oportunidad de empatar, pero no remató con su pierna hábil”; “Cuando pasó la pelota hacia atrás, sin mirar, nunca vio al delantero del equipo rival”, son algunas de las frases que escuchamos a diario para justificar errores en el fútbol.
El futbolista profesional recibe una excelente remuneración por la actividad que realiza y es su responsabilidad intentar mejorar día tras día. Los entrenamientos son el lugar ideal para lograr ese objetivo, pero los “exigentes” partidos de foot-volley o los “jueguitos” con el balón a la vista del técnico no son la manera indicada para alcanzar el éxito deportivo.