Entrevistamos en University Park, el campus del sur de Miami de FIU (Florida International University), al Vicedecano del Honors College, Dr. Juan Carlos Espinosa, quien nos recibió en su despacho rodeado por las banderas de todos los países que visitó.
Aventurero desde niño
El gusto por viajar nace desde que mi familia, en 1965, salió de Cuba hacia México y luego a los Estados Unidos. Para mí era una gran aventura viajar en avión y de niño quise ser turista, pero cuando me dijeron que para eso había que ser millonario, entonces decidí ser piloto e ir a lugares exóticos y poco visitados. Mi próximo viaje será a Madagascar, una isla aislada, biológicamente hablando, y luego volveré a la Antártida.
Me eduqué en Miami y me gradué de Secundaria en Miami Springs; luego fui a la Universidad en Tallahassee y me dieron una beca a los 21 años para estudiar en Yugoslavia. Siempre me gustó conocer culturas diferentes, ya que es enriquecedor estar en nuevos ambientes, con personas de diferentes culturas e idiomas y aventureras intelectualmente. Cuando regresé de Yugoslavia, me fui a vivir a San Francisco y como no me gustaron los temblores de tierra, regresé a Miami. Trabajé en la escuela pública y luego fui a la Universidad de Miami para hacer mi doctorado. Y ahí me quedé en el mundo académico.
Tengo un título en Relaciones Internacionales, una especialización en Lingüística, un Máster en Estudios Internacionales y un Doctorado de Política Comparada y Relaciones Internacionales, y ahora parte de mi trabajo es sobre el Caribe y América Latina. Una cosa es leer el periódico y otra es estar en cada país viviendo la realidad día a día, conversar con la gente, hablar con profesionales, con políticos. Cuando voy de turista a un lugar trato de informarme sobre la situación política de cada país, que es lo que más me interesa.
Maestro de vocación
Llegué a Florida International University (FIU) cuando estaba en la administración de Miami Dade, y añoraba la parte académica; hacía años que no publicaba ni investigaba y decidí venir a FIU porque quería combinar la parte administrativa académica con las clases. Llevo dos años aquí en el cargo de Vicedecano y tengo siempre presente que la prioridad de FIU son los estudiantes. La asignatura que enseño es Ciencias Políticas y combino mi preparación como politólogo con el interés por la cultura: artes plásticas, televisión, cine, novelas, juegos de video y novela gráfica.
El Honors College
El Honors College es una institución dentro de FIU donde invitamos a los mejores estudiantes de todas la Facultades. Tenemos un currículo único e interdisciplinario. Los alumnos toman un curso al año de Honors College, y el resto del tiempo realizan los cursos de sus departamentos. No otorgamos títulos, otorgamos el honor de formar parte del College.
Estamos preparando una publicación mensual con los egresados. Entre ellos tenemos representantes estatales, el CEO de Navarro Pharmacy, el Vicepresidente de Golden Sacks, presidentes de bancos, abogados y suboficiales de gabinete. El Honors College tiene nada más que diez años. Entre sus exalumnos hay destacados maestros, médicos, empresarios, gente increíble. Una de mis prioridades es establecer una base fuerte de egresados; hemos encontrado que ellos se mantienen en contacto y establecen fuertes redes. En el Honors College hay estudiantes que hicieron el Study Abroad en España e Italia donde convivieron juntos durante treinta días y ahora comparten experiencias y fotos de sus viajes.
Un intrépido viajero en el Polo Norte
Hacía mucho tiempo que quería ir al Polo Norte. Llegamos en un rompehielos nuclear ruso, llamado “50 años de victoria” y este viaje me permitió ser una de las primeras 2.000 personas en ver también un archipiélago ruso de origen volcánico, con islas que son únicas y que visitamos en el viaje de regreso del Polo Norte en el helicóptero del barco. El rompehielos tenía una tripulación de 120 marinos y 80 viajeros, dentro de los cuales 15 lo conformaban biólogos, geólogos y yo, que fui contratado como fotógrafo documentalista; tomé más de 14.000 fotos.
Salimos desde Helsinski, la capital de Finlandia, y de ahí tomamos un vuelo a Brumans, que es un puerto ruso al norte del Círculo Polar Ártico, con una población de 450 mil personas; de allí tomamos el camino hacia el Polo. Se suponía que llegaríamos a los seis días, pero como ese verano había poco hielo, demoramos solo cuatro días y medio, ¡y fue un récord! Llegamos a hielo de 2 o 3 metros de espesor y fue un sube baja muy duro, con un ruido muy fuerte. Rumbo al norte había neblina, quizás nieve ligera, e increíbles ráfagas de viento. Por estar en el mar había más humedad que en la Antártida, que es un desierto. Y sí que había frío… ¡y se sentía!, 34 grados Celsius bajo cero. Íbamos muy bien equipados con chalecos especiales y tomábamos continuamente agua para no deshidratarnos. Además tuvimos la oportunidad de ver osos polares y morsas.
La ceremonia al llegar al Polo Norte
El Polo Norte es una experiencia muy diferente, en especial, cuando uno va en un rompehielos, ya que se ven -como en las películas- unas grietas impresionantes cuando se parte el hielo. Al llegar a los 90 grados marcan con una varilla grande de metal y se hace una ceremonia pintoresca, con mesas para comer y celebrar, y con todas las banderas de los países de los pasajeros: Rusia, Canadá, Francia, Suiza, Brasil, China, Nueva Zelanda, India, Irlanda y muchas más. Hacen un círculo, bailan y todos van al centro; hay una tradición que hacen todos los que van al Polo Norte por primera vez: se tiran al agua helada y enseguida les dan una toalla y vodka. El viaje fue una experiencia única; solo para millonarios, ya que costaba entre 28 y 35 mil dólares por persona.
Intereses y proyectos
Además de mi primer idioma, el español, estudié siete idiomas, pero si no se usan habitualmente, se olvidan. Sé inglés, español, francés, ruso, croata y estudié latín, griego antiguo, el idioma eslavo de las iglesias y otros que me han interesado.
En la música empecé con el oboe, clarinete y saxofón, composición, armonía, contrapunto y continúo estudiando; actualmente aprendo coreografía y mucha música electrónica, que es una de mis pasiones. Me gusta y disfruto de ser maestro y músico, profesiones que me desestresan. Estrés para mí es manejar en la autopista.
En una editorial académica alemana voy a publicar un libro, en inglés, sobre mi tesis doctoral. Debo actualizarlo y escribir el prólogo y el epílogo, ya que una de mis metas para este año es terminar ese libro.