Este Municipio, de clima tropical lluvioso, cuenta con todos los atractivos turísticos: tradición, cultura, costumbres y 17 quilómetros de playas sobre el Golfo de México.
El 3 de noviembre del 2006 fue declarado Pueblo Mágico. Pueblo mágico es una distinción que da reconocimiento a una localidad y abre la puerta para entrar a un programa diseñado por la Secretaría de Turismo del Gobierno Federal para promover las localidades que representan alternativas para el turista nacional e internacional. Papantla, fundada por indígenas, es una ciudad que, conservando su historia, avanza hacia la modernidad; sus habitantes viven de la ganadería, la agricultura, el comercio y la fabricación artesanal, siendo además, la principal productora de vainilla del país. La ciudad se realizó en torno al Zócalo y a su frente encontramos el Palacio Municipal con su característica fachada de frontón clásico.
El Mural, realizado por el Maestro Teodoro Cano, “Homenaje a la cultura totonaca”, representa los valores históricos totonacas, simbolizados en la figura de Quetzatlcoatl por la importancia que este personaje tiene en los pueblos prehispánicos. Se le ha conocido con la denominación de ‘serpiente emplumada’. Papantla muestra orgullosamente el majestuoso mural de la cultura totonaca y el gigantesco monumento a los intrépidos hombres que igualmente le han dado fama mundial a esta ciudad, los voladores, tanto como la no menos famosa vainilla.
También encontramos la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, construida en 1570 por los Franciscanos y finalizada en 1590, construcción de estilo colonial, con una nave espaciosa y sobria en forma de cruz; finalmente el cerro donde se encuentra el imponente Monumento al Volador, que muestra a un flautista que toca en la cima del palo volador. Al estar ubicado en la altura es un magnífico sitio para admirar la enorme belleza de toda la ciudad.
Los voladores del cielo de Papantla
Los Voladores de Papantla son indígenas totonacos (palabra formada por tutu, ‘tres’ y nacu, ‘corazón’, que puede traducirse como ‘tres corazones’) que efectúan el rito de voladores o danza de los pájaros, asociada a propiciar las actividades agrícolas; es una invocación a los rumbos del Universo, lo mismo que al agua, el viento, la tierra, la luna y el sol. Esta danza se practica en comunidades indígenas durante las festividades patronales y también como entretenimiento para los turistas. Previo a subir al palo volador realizan una danza ritual en honor al Dios.
Son cinco hombres: el caporal, que en lo más alto, en una plataforma que gira, danza con su tambor, y otros cuatro que efectúan rotaciones alrededor del poste gracias a una cuerda amarrada que se desenvuelve hasta el descenso.
El número de vueltas es trece y corresponde al número de meses en el Calendario Maya. Es un espectáculo tradicional que siempre reúne a los visitantes que admiran los diestros movimientos de los atletas voladores.
