Hace mucho tiempo, siendo alumno de enseñanza secundaria, Ben Stiller leyó por primera vez un cuento de James Thurber, que apenas publicado en ”The New Yorker“ comenzó a tener una repercusión que su extremada brevedad no permitía adivinar. En los años cuarenta inspiró una idolatrada comedia cinematográfica, numerosas obras de teatro y dejó esculpida en el léxico popular la frase “ése es un Walter Mitty”, referida a alguien que se dedica más a irse por las ramas soñando que a la vida real.

Stiller vio la oportunidad de introducir al escapista personaje de Thurber en nuestra época de redes sociales y recortes de personal, y decidió que este era el momento para llevar su historia más allá, desde los puntos de vista cómico, dramático y cinematográfico, añadiendo a la mezcla el espectáculo visual de la moderna realización cinematográfica. “Lo que me encanta del relato es que tiene comedia, tiene drama, es un relato de aventuras, es real y, a la vez, fantásticamente superrealista. Pero en el fondo de todo ello se encuentra un personaje con el que todos se pueden conectar, alguien que parece simplemente estar cumpliendo con las formalidades de la vida moderna pero que dentro de su cabeza, está viviendo una vida totalmente distinta”, comenta Stiller.

La película le hace un guiño a la eterna fábula que gira en torno a la necesidad que siente un hombre afable de convertir, dentro de su cabeza, sus fracasos en algo mucho más maravilloso. Pero el Mitty de Stiller es un hombre de nuestro tiempo y como muchos de nosotros, se siente coartado por un mundo electrónico cada vez más despersonalizado, que está cambiándolo todo rápidamente. Su única válvula de escape es un alocado aluvión de ilusiones que le mantienen como un héroe constante que lucha por un mundo mejor y más justo. Ése es su propio y privado mundo que no comparte con nadie, hasta que la búsqueda de un negativo perdido de un famoso fotógrafo (Sean Penn) le brinda la inesperada oportunidad de conectarse con otro mundo.

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Lo que primero atrajo a Stiller para hacer la película The Secret Life of Walter Mitty (20th Century Fox, 2013), fue la adaptación que hizo Steven Conrad (conocido por guiones tan bien construidos como el de “En busca de la felicidad”, de Will Smith, y “El hombre del tiempo”, de Gore Verbinski): “El guión de Steve no trataba de ser una repetición del clásico de los años cuarenta, sino que halló una forma distinta de contar el relato; una forma inteligente y persuasiva que creó una situación moderna con la que este personaje y el público pudieran identificarse”, explica Stiller. “La odisea de Walter es una alabanza a las posibilidades que todos tenemos”.

Uno de los productores, John Goldwyn se reunió con el guionista Steven Conrad y recuerda cómo Steve le dijo: “Quiero hacer una película sobre un hombre que para el mundo sea completamente mediocre, pero que sueñe sin cesar en una vida mejor y que aprenda que la única forma de convertirse en alguien, es salir de su cabeza y adentrarse en la vida. Él se da cuenta de que una vida descubierta es mejor que una vida imaginada”. A lo que Goldwyn contestó: “El empleo es tuyo, eso es exactamente lo que necesitábamos oír'”. Tal entusiasmo dio paso a un largo y serpenteante camino para encontrar al director adecuado.

En algún punto de ese itinerario apareció Ben Stiller; originariamente, para hablar de la posibilidad de interpretar el papel de Mitty. Pero desde el principio quedó claro que sentía por el material una pasión que le llegaba directo al corazón. Goldwyn –que era presidente de Paramount Pictures durante la producción de “Zoolander”, donde estableció por primera vez relación con Stiller– le respaldó para el puesto de director, a pesar de las lógicas preocupaciones que acompañan a que un solo hombre se haga cargo de los dos inmensos trabajos de dirigir y protagonizar una película muy ambiciosa.

Al guionista Steven Conrad le estimuló el reto de enfocar el hito literario de James Thurber desde el punto de vista de otra generación. Dice que quería “reconceptualizar la idea clásica de Walter Mitty como individuo, usando todos los colores del caleidoscopio de la vida moderna”. Eso es lo que le llevó a colocar a Walter Mitty en la encrucijada de su vida y de la Revista LIFE. También imaginó a Mitty como un hombre al que dejan atrás a medida que LIFE va cambiando de la revista que inspiraba e informaba hasta transformarse en una más de las empresas puntocom. “Me gustaba la idea de que Walter trabajara en la sala de clichés fotográficos de la Revista LIFE, porque eso lo convierte en una especie de depositario humano de las fotografías más importantes tomadas durante los últimos 70 años”, explica Conrad. “Está rodeado de imágenes de los momentos esenciales de nuestros tiempos. En cierto sentido, ha visto todo lo que ha ocurrido en el mundo exterior, pero nadie le ve a él”.

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Para Stiller, el trabajo de Mitty en LIFE fue una bella manera de sacar provecho de temas que ahora mismo resuenan poderosamente. “La idea de Steve, de que la emblemática Revista LIFE esté fundamentalmente convirtiéndose en un archivo fotográfico en internet es una gran metáfora de la transición que todos estamos realizando desde el mundo analógico al digital y de cómo puede ello hacer que un tipo como Walter, que ha realizado su trabajo meticulosamente durante años, se sienta obsoleto. Es sin duda un momento que transforma la vida de Walter, y sin embargo encuentra el valor para salir al mundo en lugar de arrinconarse”.

“Ben pensaba que era vital que la película no diera la sensación de estar dividida entre un mundo real y otro quimérico”, explica Conrad. “Eso supuso, por tanto, que tuvimos que crear todas las ilusiones de Walter precisamente dentro del transcurrir de su vida cotidiana. No nos vamos a un mundo fantástico y luego volvemos. El concepto de Ben era que sus sueños deberían mostrarnos facetas auténticas, no imaginarias, de la personalidad de Mitty”.

En sus sueños, Walter es poderoso, decisivo y sigue sus instintos a donde quiera que puedan llevarle. Sin embargo, en la vida real, es algo precavido; en especial, porque ha sentido el peso de la responsabilidad de cuidar de su familia desde que su padre falleció siendo él un adolescente. Ésa es la razón por la que Conrad tuvo que dar con una gran motivación para que Mitty tire la precaución por la borda, poniéndole en medio de una búsqueda obsesiva y detectivesca para sacar a la luz un negativo perdido, el que contiene la toma elegida por su fotógrafo favorito para la última e histórica portada de LIFE.

El Mitty del nuevo film es un típico soltero moderno que, para empezar, es más probable que sueñe con idilios en lugar de correr detrás de ellos con entusiasmo. Pero algo que el guionista nunca concibió en Mitty era que fuese un fracasado. Sus sueños no sólo reflejan sus esperanzas sino también su fuerza interior. “Para nosotros era importantísimo que el personaje no fuera pasivo ni débil”, afirma Stiller. “Este Walter Mitty tiene una mente aguda y una constitución fuerte. Estaría dispuesto a ir a donde fuese si el desarrollo de los acontecimientos se lo permitiera”.

La chica de los sueños de Mitty es su colega de contabilidad, Cheryl, que con frecuencia se transforma en el objeto de sus heroicos rescates y aventuras. “Es la endeble relación de Walter y Cheryl lo que se convierte en el impulso que lo lanza al mundo”, explica.Para ello los realizadores eligieron a una de las más intrigantes comediantas de hoy en día: Kristin Wiig, una de las mayores estrellas de ‘Saturday Night Live’. Stiller comenta: “Kristin es tan auténtica como naturalmente divertida, y yo quería verla hacer algo como esto, algo que no es exactamente la comedia loca a la que nos tenía acostumbrados. Su personalidad es muy agradable y cálida y puede transmitir al público con pocas palabras, por qué ella y Mitty están hechos la uno para el otro”.

Wiig cuenta “El guión era absolutamente maravilloso pero es difícil decidirse sólo basándose en él porque son muchas las maneras de interpretar una historia como ésta”, observa.  “Me encantaba que, tomando este clásico cuento, quisiera modernizarlo de una forma divertida y que a la vez afectara a elementos de nuestra vida actual. Es una de esas historias que nos deja la sensación de que ahí fuera hay un mundo sensacional y enorme que nos espera. Los dos llevan vidas que quizá les gustaría que fueran un poco más excitantes, por lo que resulta perfecto que acaben embarcándose juntos en esta aventura inesperada”.

Wiig disfrutó especialmente entrando de sopetón en las imaginaciones de Mitty, cuando Cheryl aparece en numerosos y emocionantes escenarios que llevaron a Wiig a nuevas situaciones, incluida la interpretación como solista de una canción de Bowie. “Me encantaron las escenas fantásticas”, afirma. “En una de las primeras fantasías de Walter, éste corre al interior de un edificio en llamas y salva a mi perro, que sólo tiene tres patas. Nunca había visto una escena como ésa, con fuego, explosiones y todo, y para mí, como actriz, fue verdaderamente emocionante”.

El gran malvado presente en la vida cotidiana de Walter Mitty es el nuevo Director Ejecutivo Encargado de la Transición: Ted Hendricks, un ser de consumada arrogancia, engreída desconsideración e incesantemente intimidador. Del papel de Ted se hace cargo Adam Scott, reconocido por la exitosa comedia televisiva Parks and Recreation. Stiller pensó en él desde el principio. “Siempre quise que Adam participara en la película porque es muy divertido y también porque tiene una presencia de una clase muy especial”, observa el director. En cuanto a quién es Ted, Scott lo describe así: “Básicamente es un carroñero corporativo sin corazón que deambula por las salas de esa gran institución norteamericana que es LIFE. Carece en absoluto de consideración por la humanidad de esta maravillosa revista que durante tanto tiempo ha sido un rasgo distintivo de la cultura norteamericana. Y en Walter ve sobre todo a un tipo al que considera digno de lástima de una forma muy divertida. Le causa placer porque Walter hace que sea aún más interesante portarse como un vampiro “.

Pese a todas sus fantasías de convertirse en un héroe, Walter Mitty tiene su propio y auténtico héroe: el afamado fotógrafo de LIFE, Sean O’Connell, un aventurero escurridizo que se ha transformado en una especie de estrella del rock del mundo de la fotografía, protagonizado por Sean Penn. El productor Stuart Cornfeld comenta: “Sean O’Connell tiene una cierta clase de halo de misterio, al igual que Sean Penn. Lo que asombra de su interpretación y la forma como el personaje aparece en el guión, es que cuando Walter conoce por fin a Sean, éste es todo lo que Walter andaba buscando, pero, a la vez, es del todo distinto”. Completando el reparto se encuentra en el papel de la mamá de Mitty: la ganadora del Premio de la Academia, Shirley MacLaine, quien protagonizó una película que Stiller considera una inspiración para algunos de sus diseños cinematográficos: “The Apartment“, dirigida por Billy Wilder.

Stiller pensó detenidamente en la forma como lograr crear las fantasías de Walter, lo que supondría, indudablemente, el uso de muchas piezas móviles y haría falta sentido del espectáculo. “En lo relativo a efectos visuales, queríamos un enfoque global que tuviera mucho realismo fotográfico. Los mejores resultados provienen de hacer prácticamente todo cuanto uno pueda en situaciones de vida real, y luego retocarlo sólo ligeramente con los efectos digitales”. Así lo explica Stiller: “Creamos un mundo que es muy gráfico y lineal en la primera parte de la película. Por lo que la cámara está francamente quieta y apenas se mueve, y luego… gradualmente… a medida que Walter va empezando a conectar con la vida y a salir al mundo, la cámara va soltándose. Nosotros nos soltamos con Walter, los colores se vuelven más intensos y nos adentramos con él en una experiencia vital más plena”.

El constante yin y yang de sueños exigía una producción extremadamente ambiciosa que aceptara el reto de los rigores del rodaje en medio de Nueva York, para luego salir volando hacia Islandia, rumbo a ambientes de otro mundo, donde el equipo técnico y el artístico pasaron de volcanes a helicópteros y al centro del océano helado.

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