Hablar de Elías Ricardo Figueroa es mencionar a uno de los mejores jugadores de toda la historia. En Chile hubo grandes futbolistas, como Livingstone, Robledo, Hormazábal, Leonel Sánchez, Toro, Caszely, Zamorano, Salas, pero entre todos ellos, Figueroa marca la diferencia, ya que es el único que está a la par con los mejores del mundo en su posición.
Destacado como uno de los grandes a nivel mundial, defendió a Peñarol, con el que conquistó dos títulos uruguayos, a Internacional de Porto Alegre, con quien ganó los torneos brasileños de 1975 y 76, y a la Selección Chilena, con la cual jugó tres Mundiales: Inglaterra 66, Alemania 74 y España 82. Durante su excelente trayectoria fue premiado como el Mejor Futbolista de América en tres ocasiones consecutivas, 1974, 75 y 76, y también fue honrado por la Universidad de las Américas y el Instituto de Historia y Estadística del Fútbol Chileno, al igual que por la Confederación Brasileña de Deportes, en el famoso Estadio de Maracaná. En el 2006 fue elegido por FIFA entre los 100 mejores futbolistas, con motivo del centenario del organismo rector del fútbol mundial.
Elías Ricardo Figueroa se inició en el Santiago Wanderers de Valparaíso, pero fue con Unión La Calera, donde fue cedido a préstamo, cuando debuta en Primera División el 26 de abril de 1964, con solo 17 años.
En 1965 vuelve al equipo del puerto y al año siguiente es convocado para representar a su país en el Mundial de Inglaterra, bajo la dirección técnica de Luis Álamos, convirtiéndose en el chileno más joven en participar en un evento mundial, junto con grandes compañeros como Pedro Araya, Honorino Landa, Guillermo Yávar, Leonel Sánchez y Alberto “Tito” Foullioux.
En 1967 se disputa en Montevideo una nueva edición del Campeonato Sudamericano de Fútbol, en el que participa una renovada selección chilena dirigida por el técnico argentino Alejandro Scopelli. Chile ganó dos partidos, empató dos y perdió solamente contra Argentina, pero mostró un muy buen equipo, en donde brillaban con luces propias el volante Ignacio Prieto y un defensa con grandes condiciones técnicas y mucha personalidad, al cual sus compatriotas comenzarían a llamar “Don Elías”.
La gran actuación que tuviera Figueroa en el Sudamericano provocó que varios equipos del Río de la Plata se interesaran por contarlo en sus filas, entre ellos Independiente y Huracán de Argentina y Peñarol de Montevideo. Cuando parecía que el destino del futbolista sería defender a los rojos de Avellaneda, en donde debía realizar los exámenes médicos, apareció en escena el vicepresidente de Peñarol, Washington Cataldi – quién había sido uno de los impulsores de la Copa Libertadores – y en un avión privado lo llevó a Montevideo desde la vecina orilla, para que firmara por la institución aurinegra.
En Peñarol estuvo desde 1967 hasta 1971 y conquistó dos campeonatos uruguayos (1967 de manera invicta y el de 1968), la Supercopa Sudamericana de Campeones Intercontinentales y la distinción de ser nombrado como el mejor jugador del Torneo Uruguayo en tres oportunidades. Junto a Ladislao Mazurkiewicz y Roberto Matosas formó un triángulo final que hizo historia en el equipo aurinegro.
Finalizado su ciclo con los mirasoles, en 1972 pasa a Internacional de Porto Alegre, donde se convierte en una gran figura junto a quien fuera por muchos años su rival en Nacional, el arquero Manga. En el Inter no solo se le recuerda por sus dotes de gran jugador, sino también por haber convertido el famoso “gol del iluminado” en la Final del Campeonato Brasileño de 1975 ante Cruzeiro. En dicho encuentro, Elías marcó de cabeza el gol que llevó a su equipo a su primer título nacional, y se le llamó así porque el estadio estaba con sombra y solo un halo de luz iluminó a Figueroa en el momento del gol. Posteriormente, tuvo un breve pasaje por el fútbol de los Estados Unidos y en 1977 regresa a su país, al Palestino, donde conquista la Copa Chile 77 y el Nacional 78 y se retira en Colo Colo en 1982.
Yo tuve la enorme fortuna de conocerlo personalmente, y como periodista, de disfrutar de sus condiciones técnicas y su temple de jugador en el Campeonato Sudamericano de 1967 que fuera ganado por Uruguay, donde quedó demostrada la imbatibilidad del Estadio Centenario. Pero cuando pude tratarlo con mayor frecuencia fue cuando se convirtió en jugador de Peñarol y allí pude constatar la gran calidad humana de “Don Elías”. Fue en su pasaje por el fútbol uruguayo donde templó su espíritu, combinando la jerarquía y la riqueza técnica que tenía con la presencia y la marca con fuerza que lo hizo impasable.
En una ocasión me recibió en su bonita casa de Punta Gorda para realizarle una entrevista y conocer con mayor profundidad a aquel gran jugador que todos los fines de semana tenía la oportunidad de reportear luego de sus partidos. Allí me contó de sus inicios, que no fueron fáciles, los primeros pasos con “la Roja” y la consolidación como futbolista que lograra al ser contratado por Peñarol. Recuerdo al día de hoy sus palabras: “Jugar en el fútbol uruguayo maduró mi personalidad como futbolista y a la técnica que poseía le agregó la mentalidad ganadora y la fuerza del futbolista charrúa”.
“Nunca tuve un ídolo en especial, pero admiré a los grandes jugadores de mi época. Ponerme la roja de mi país siempre significó un gran orgullo, no un sacrificio y no me importaba lo que me pagaban”.
Posteriormente, en 1972, en el Internacional de Porto Alegre, llegaron los grandes reconocimientos de su carrera que lo situarían varias veces como mejor jugador de América. Nuestra amistad trascendió la de deportista y periodista y continúa hasta el presente, en donde a través del teléfono o por correo electrónico, tenemos oportunidad de seguir hablando de lo que tanto nos apasiona: el fútbol.
Es así que me enteré que viaja permanentemente desde su país (en donde trabaja como comentarista de televisión, y asesor de la Municipalidad de Viña del Mar) hasta Porto Alegre, donde junto a su hijo Ricardo tienen la bodega de los vinos “Don Elías”, que es otra faceta dentro de la vida de este gran deportista.
Con mucho orgullo siempre ha dicho: “Donde voy, ya sea Brasil o Uruguay, la gente me sigue distinguiendo con su amistad y me reconoce. Mi relación con todas las hinchadas que tuve fue espectacular y lo sigue siendo”. “Siempre expresé que estudié fútbol en Chile, fui a la universidad en Uruguay y me recibí en Brasil”.
Elías Figueroa, técnica y futbolísticamente, fue uno de los grandes defensores del mundo. Era perfecto para un puesto muy difícil, poseía una exquisita técnica, por arriba era imposible de ser superado, a guapeza no le ganaba nadie y en el mano a mano, muy pocas veces perdía.
Don Elías, un señor del fútbol y un verdadero caballero en la vida.