Al comienzo de esta temporada, nadie pensaba que los Reds de Anfield estarían luchando por el título junto a grandes candidatos como Chelsea, Arsenal y Manchester City. Sin embargo, el hecho de contar con la dupla de atacantes más anotadora de la Premier League (Luis Suárez con 29 goles y Daniel Sturridge con 20) y no disputar ninguna otra competencia europea, a diferencia de sus rivales, ha hecho posible que sus ambiciones se conviertan en realidad.
El actual suceso del Liverpool tiene varias explicaciones que van más allá de un gran colectivo que sabe sacar adelante los partidos por más difíciles que estos sean.
Uno de los más hechos más significativos ha sido la incorporación del técnico Brendan Rodgers en junio de 2012, quién venía de una importante gestión con el sorprendente Swansea que logró el ascenso a la Premier League.
Rodgers se educó respetando los gustos futbolísticos de su padre, quien tenía un enorme respeto por la Selección de Brasil. Su paso por la Academia del Chelsea le permitió conocer a José Mourinho, quien fue muy importante por su bagaje de conocimientos. Desde el comienzo de su carrera como entrenador, Rodgers repetía una expresión que, con el correr del tiempo, se convirtió en su frase de cabecera: “Mi filosofía es jugar un fútbol creativo de ataque con disciplina táctica”.
Rodgers, con 40 años, tenía que sustituir a un ídolo de los rojos como Kenny Dalglish y por ello, en sus primeros partidos, utilizó un 4-3-3 con salida trabajada y pases medidos para generar pocos riesgos en la última zona. Consolidada la defensa -donde tenía dos bastiones como Martin Skrtel y Daniel Agger, a quienes se le unió el arquero belga Simon Mignolet– lo que debía mejorar era el ataque. Debía encontrar a un futbolista que acompañara a un brillante Luis Suárez, quien era el único que se encargaba de buscar los goles en un equipo en construcción. En el ataque tenían llegadas, pero al equipo le faltaba contundencia. Por ello no extrañó la llegada del atacante Daniel Sturridge, de Philippe Coutinho, que le aportó visión de juego, y el ascenso de un joven formado en el club como Raheem Sterling.
Así se fue armando el equipo y la organización se hizo alrededor de un gran talento, un hombre de confianza en el terreno de juego: el capitán Steven Gerrard, reconocido baluarte de la Selección Inglesa,
un jugador al que le gustaba la diversión tanto como a la mayoría de sus compañeros, pero sabía donde estaban los controles y era una gran ayuda para defender la insistencia del técnico de que “lo ajeno al terreno del fútbol no debía tirar por la borda la búsqueda de la gloria”.
La experiencia del capitán fue fundamental, al complementarse con el olfato goleador del uruguayo Suárez, llegado a Liverpool en enero del 2011 luego de su excelente pasaje por el Ajax. A su arribo le entregaron la camiseta número 7, que había pertenecido a las leyendas Kenny Dalglish y Kevin Keegan, y con sus goles retribuyó la confianza en él depositada.
En muy poco tiempo, el técnico Rodgers, quien se ha dedicado de lleno a su equipo, ha sabido realizar fichajes importantes, le ha dado confianza a los jóvenes, supo apoyar a los más veteranos cuando lo han necesitado, y creó un compromiso con el fútbol de ataque que ha llevado a Liverpool a los primeros planos en la Premier League.
Tal vez el aspecto más importante de su éxito han sido las retoques tácticos que le han dado al equipo una nueva dimensión. Este Liverpool parece tener muchas maneras de ganar partidos y es un rasgo reconocido por todos sus rivales.
La visión del conductor Brendan Rodgers, el equilibrio en el mediocampo del capitán Steven Gerrard y la capacidad goleadora de Luis Suárez se han combinado para que los éxitos vuelvan a un Liverpool que desde 1990 no consigue el título de la Primera División del fútbol inglés y hoy se encuentra en la cima de las posiciones.