Entrevistamos al empresario Emilio Di Carlo, nacido en Buenos Aires, de madre florentina y padre vasco francés, en su elegante restorán “Ragazzi” en la ciudad de Surfside.
– Hace 14 años, un 24 de noviembre, abrimos este restorán. Desde los 20 años trabajé en el mismo rubro en Nueva York y en Argentina; mi padre y mi abuelo también tenían restoranes italianos. Cuando vinimos a esta ciudad, era la mitad de lo que es hoy y por mucho tiempo nuestro restorán fue el único que estaba abierto. El Alcalde de Surfside nos dio una placa de agradecimiento por lo mucho que habíamos hecho por la ciudad.
A lo largo de los años siempre hemos mantenido la misma calidad y eso es lo más importante, eso se logra con experiencia y con gente en la cocina muy entrenada. Yo estoy los 7 días de la semana presente, porque lo llevo en la sangre, es mi vida. Empecé a los 11 años en la cocina; luego me fueron enseñando todas las artes de este negocio, como manejar el horno a leña que trajimos de Italia y que alcanza una temperatura de 850 grados que no todos lo tienen, ya que es donde terminamos los pescados, las pizzas, el pan y muchas comidas más, porque la leña le da un gusto especial.
– DI CARLO: UN VISIONARIO
– Esta ciudad ha progresado mucho y ya aquí no se consiguen locales. Yo ya tenía un nombre, pues en 1990 inicié el rubro en South Beach, con Paparazzi y pensé que en Surfside podía ser un suceso y lo fue. Ahora hay treinta restoranes. Yo no pienso que haya restoranes malos; pienso que es la gente que lo maneja, si sabe o no. Nosotros estamos dedicados a nuestro negocio, somos cordiales y sabemos hacer amistad con los clientes.
Mi mamá, con 80 años, hace todos los postres y amasa la pasta por la mañana. Y eso es dedicación. Mi primer cliente fue Howard Weinstein, lo conocí en Coral Gables. No íbamos a abrir el 24 de noviembre, pero el insistió y ese día vinieron cincuenta clientes. A Ragazzi vienen muchas celebridades como Shakira, Cindy Crawford, Geraldine Chaplin, Julio Iglesias, quien me dijo que le recomendaron en España que no podía dejar de venir al restorán. Y hasta el presidente Bill Clinton vino y luego nos mandó de la Casa Blanca una carta de felicitación, la cual está en una de nuestras paredes. Yo me crié en un restorán y por eso sé lo que hay que hacer. Franco toda la vida fue maitre, mi hijo Beto es muy querido en la comunidad, y ese es el secreto del éxito.
– EL SECRETO DE LO SENCILLO
– Cuanto más voy a comer afuera, más aprecio la comida mía: la simplicidad de la comida de la región toscana. El papá de todos los chefs, Paul Vokus, dijo que “la comida más exquisita es la más simple, la que se hace con sabores naturales”, y yo creo que ese es el secreto: la sencillez y trabajar con productos de buena calidad. Mi abuelo, que fue un gran cheff, decía: “Lo esencial en la comida es sal, pimienta y perejil.” Usamos vino tinto, marsalla, los hongos ponchinis, los aceites de trufas,el parmeggiano, la muzarrella de búfalo, el prosciutto de Parma, todos productos importados. Nuestra especialidad es el ossobuco con el risotto a la milanesa y nuestra pasta es excepcional. También les recomendamos el pescado entero que lo cocinamos al horno a leña con aceite extravirgen, limón rosmarino, sal y pimienta.
El nombre del restorán Ragazzi lo elegí yo, porque la mayoría somos hombres y en italiano quiere decir muchachos; es un nombre cortito y es un suceso. Mi sueño dentro de unos años sería retirarme e ir a vivir con mis tres niños y Cristina, quien actualmente se encarga de las relaciones públicas, a Punta del Este. En Uruguay me siento muy bien, como si hubiera nacido allí. Quizás hasta decida abrir otro restorán.