Historias

En el fútbol actual, el puesto más ingrato no es el del guardameta, como generalmente se escucha, sino el del director técnico. La profesión de técnico lleva a convivir con sinsabores y alegrías, una mezcla que muchas veces los lleva al estrés. Lo que más alarma es la poca continuidad que tienen en la mayoría de los clubes. Llegan en conferencias de prensa con mucha alegría, con la caras sonrientes de los dirigentes que los fueron a buscar y que los presentan como la joya de la corona, pero meses más tarde, al perder partidos y no poder enderezar el barco, se van por la puerta de atrás, insultados por los aficionados del equipo, criticados por esos propios directivos que los fueron a buscar, y pronto caen en el olvido.

La falta de profesionalidad de muchos dirigentes, que se comportan como fanáticos en la tribuna de un estadio, hacen más difícil la presión que tienen los técnicos sobre sus espaldas, que siempre presentan un proyecto que muy pocos pueden terminar.
En el fútbol actual existe un dramatismo que lleva a que un partido de fútbol ya no resulte un juego, sino que el mismo se convierte en algo de “vida o muerte”. Lo que siempre se prioriza es el resultado por encima de cómo se consigue el mismo, y no interesa si ha dirigido 2 o tres partidos o que se pierda el clásico con el eterno rival para que el ciclo se interrumpa.
Los técnicos tienen que aprender a convivir con los conflictos, con los bajos momentos de los futbolistas, las eternas lesiones y la poca paciencia que tienen quienes los contrataron.

Los resultados son los que marcan hoy la continuidad de un entrenador. La exigencia es muy grande, y muchas veces porque el técnico tal vez no encuentra la forma de transmitirle su idea a los jugadores o porque los futbolistas no logran comprenderla.
Los torneos cortos, que se disputan en la mayoría de los países cada 6 meses, hace que difícilmente un técnico se mantenga durante toda la temporada.
Los directivos tienen muy poca paciencia y cuando respaldan a su técnico durante una racha negativa eso es una clara señal de que el tiempo se agota y ese técnico será despedido.

Lo que no entienden los dirigentes es que no todos los equipos pueden ganar y piensan que con un cambio de técnico se soluciona el problema, cuando en realidad la falla se puede encontrar, muchas veces, en la poca calidad futbolística del plantel de jugadores. Pero el técnico conoce muy bien la frase que lo acompaña siempre: “un entrenador solo es tan bueno… como su último resultado”.

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